Las propuestas socialistas de Karl Marx le ganaban terreno al estudio económico clásico en el último cuarto del siglo XIX. El descubrimiento de los principios de la utilidad marginal cambiarían el escenario para siempre y le pondrían pantalones largos a la economía como ciencia social. La disciplina se pondría a la altura lógica de las matemáticas y la física.
El principal economista en consolidar este cambio fue el inglés Alfred Marshall, afamado profesor de Cambridge. El título de su libro más influyente, Principios de Economía (1881), así lo demuestra. Alteró el nombre histórico de la disciplina, economía política, a simplemente economía, enviando una señal que ésta era tan formal como la física u otro cuerpo de conocimiento.
Su contribución principal es haber avanzado la economía hacia una ciencia cuantitativa. Sus conceptos principales fueron la oferta y la demanda, la determinación de precios, los costos de producción y el equilibrio de corto y lago plazo.
Marshall fue el primero en introducir los diagramas de oferta y demanda. De ellos se obtenían el precio y la cantidad transada de un bien o servicio determinado en un mercado, "como dos hojas de una tijera". Para obtener el precio de equilibrio debía hacer una serie de suposiciones e introdujo el concepto ceteris paribus en cuanto a que las otras variables que afectaban a un mercado (el ingreso de las personas, sus gustos o el precio de otros bienes) permanecían constantes.
En su propuesta fundió los avances de las dos escuelas económicas predominantes: la clásica de Adam Smith y la marginalista de Jevons y Walras. De la primera infirió la curva de oferta derivada del comportamiento de los costos de producción; de la segunda, la curva de demanda, derivada del beneficio subjetivo marginal de los consumidores.
En su permanente intento de matematizar la economía, Marshall inauguró dos fascinantes conceptos: la elasticidad de demanda y el excedente del consumidor. La primera es una ingeniosa relación numérica que mide la sensibilidad de una persona a los cambios en el precio de un producto. La ideó en la terraza de un hotel de Palermo en 1881. La segunda se refiere a la utilidad obtenida del consumo sucesivo de un producto, siempre valoramos más la primera unidad que las últimas. Como el precio al que las podemos comprar es relativamente el mismo, las primeras las apreciaremos más de lo que valen. Esa diferencia es el excedente del consumidor. Ambos conceptos son hasta hoy de gran utilidad para los productores de todo bien o servicio.
La mayor parte de su vida adulta la vivió en soledad, afectado de cálculos y alzas de presión. Murió en la invalidez a dos semanas de cumplir 82 años en Cambridge, Inglaterra. Uno de sus muchos alumnos, J.M. Keynes, dijo de él: "Como científico que era, dentro de su propio campo, el más grande del mundo por cien años".
1 comment:
Lo que es un buen puesto. Me encanta la lectura de estos tipos o artículos. Puedo? Esperar a ver lo que otros tienen que decir.
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