Wednesday, September 16, 2009

Forjadores del Pensamiento Económico - John M. Keynes (1883 - 1946)


Hace un año, la crisis subprime del mercado hipotecario americano se extendió como reguero de pólvora por todo el mundo botando gigantescas organizaciones inversionistas como si fueran kioskos de esquina. Corporaciones titánicas, llenas de dólares y con un mercado copado a quien prestárselo, voltearon su mirada hacia un segmento de clientes más riesgoso pero dispuesto. Cuando esas deudas no se pagaron, cayeron quienes prestaron ese dinero, quienes les prestaron a ellos y quienes compraron sus títulos hipotecarios sembrando el pánico financiero, económico y político.

Aun perplejos y sin respuestas, economistas y técnicos buscaron la salida en las ideas de un extinto colega de la Universidad de Cambridge de la era de la Gran Depresión del 29: John M. Keynes.

Nacido en Cambridge, Inglaterra, Keynes desarrolló conceptos fundamentales para la creación de la macroeconomía moderna. Defensor decidido de las políticas de gobierno que, mediante el uso de herramientas fiscales y monetarias, debían mitigar los efectos negativos en el consumo y el desempleo de los ciclos económicos, las recesiones y depresiones.

De la desastrosa experiencia vivida por la economía mundial en 1929 (el desempleo en Estados Unidos llegó a un 24.75%), Keynes extrajo las ideas revolucionarias que renovarían el pensamiento económico derrumbando las creencias clásicas de que los mercados, en particular el laboral, se autorregulan y tienden naturalmente al equilibrio siempre que no existan intervenciones externas.

La idea central de su escuela de pensamiento, el Keynesianismo, consistía en el reconocimiento de que las decisiones económicas del sector privado no siempre eran eficientes. Por lo tanto, las acciones del gobierno, en cuanto al manejo de su presupuesto y el cobro de impuestos, y las del banco central, en la fijación de tasa de interés y valor de las divisas, debían apuntar a estabilizar la economía disminuyendo los efectos de los ciclos económicos. En simple, cuando una crisis económica impide que la gente mantenga su nivel de consumo, el estado debe gastar por ellos y transferirles dinero (¿les suena el "bono de $40.000"?). Por su parte, el banco central debe prestarle más dinero a los bancos, bajando la tasa de interés y las restricciones, para fortalecer a las empresas y aumentar el valor de la divisa para hacer más competitivo al sector exportador.

Keynes, un declarado agnóstico, vivió su vida entre sus emprendimientos personales y el servicio público. Incluso con su salud deteriorada participaba en iniciativas de integración monetaria mundial. Una serie de ataques al corazón lo encontraron en medio de la negociación de un préstamo de EE.UU. a Gran Bretaña en condiciones favorables. Falleció dos semanas después de volver de Norteamérica en su granja de retiro cerca de Sussex, Inglaterra a los 62 años.

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