En los últimos 13 años hemos tenido dos grandes crisis económicas internacionales: la asiática 97-98 y la subprime 08-09 y sus efectos en el desempleo chileno han sido evidentes y nefastos. Hasta 1997 las tasas de desempleo rondaban el 5% en el país. Esto es, de cada 100 chileno/as que querían trabajar, 95 tenía trabajo. Un porcentaje considerado natural y demostrativo de un mercado laboral sano.
Sin embargo, la crisis asiática se hizo sentir fuerte en 1998, provocando problemas de liquidez y confianza en la banca local, alza de tasas de interés, caída en la demanda por bienes y servicios y aumento del desempleo. Esta situación sumada a la estacionalidad invernal del desempleo en Chile llevó el porcentaje de desocupados por sobre el 11% en 1998 y 1999. Las tasas de 2 dígitos se repitieron cíclicamente incluso hasta 2005 (7 años después de la crisis), sin bajar nunca de un 8% en los meses estivales de más actividad.
Y cuando todo parecía componerse y el 2007 llegábamos a niveles del 7% de desempleo, incluso 6,4 en mayo de ese año, a un gringo se le ocurre inventar la hipoteca subprime y desata una hecatombe económica mundial. Resultado: dos dígitos de desempleo a fines de 2008 y 2009 (11,1% en junio de ese año).
Han pasado tres años desde el inicio del quilombo subprime y Chile se da por recuperado, terremoto de por medio, con tasas de crecimiento del PIB de 6%, inflación contenida y... ¡¡¡desempleo de 7,3%!!!
¿Porqué no hemos vuelto a los niveles de empleo de 1997 si la economía está tanto o más boyante ahora que en esos años?
Me atrevo a explicarlo con dos justificaciones. La primera es la fuerte política asistencialista asumida por los 2 últimos gobiernos de la Concertación. Como nada es gratis, al lado bueno de la protección social (salud universal, educación gratuita, bonos marzo, seguros de desempleo, condonaciones de deuda, etc.) se le opone un lado malo: la seguridad que genera esta protección se transforma en un incentivo a mantenerse desempleado mientras se busca la alternativa de trabajo que acomode. Sin duda esa seguridad es responsable de algunos de esos puntitos que nos faltan para llegar al 5%.
La otra causa se llama desempleo estructural. Durante los periodos de crisis, las empresas se ven forzadas a despedir personas y realizar reingenierías a sus procesos que les permitan producir a menor costo . Generalmente estos cambios implican nuevos desarrollos tecnológicos que requieren nuevas competencias de la mano de obra. Cuando las empresas se recuperan y requieren contratar nuevamente, los trabajdores no tienen las capacidades necesarias para los nuevos procesos y no se pueden recontratar.
Después de una crisis las empresas aprenden a trabajar con menos gente y más preparadas.
Ambas causas son difíciles de revertir y presagian un escenario difícil en la recuperación del empleo.
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