Amo mi profesión por varios motivos pero uno por sobre todos: es multidimensional como el ser humano. Como en ninguna otra profesión, el Ingeniero Comercial puede desempeñarse destacadamente en prácticamente todos los departamentos de los más variados tipos de organización humana. Como ejecutivo de un banco o administrador de supermercado; como pequeño empresario automotriz o evaluador de personal; como encargado de marketing de un club de fútbol o administrador de insumos en un hospital; como evaluador de inversiones mineras o fiscalizador de impuestos aduaneros; como coordinador de horarios de una empresa de buses o jefe de campaña de un candidato a senador; como profesor universitario, ministro de estado o presidente de la nación.
Esta aventajada realidad tiene que ver eminentemente con los sólidos principios económicos que nos son traspasados como estudiantes de esta carrera y que luego reafirmamos en nuestra vida laboral. Principalmente dos que están presentes inevitablemente en toda acción humana, individual o colectiva.
El primer principio es que todo individuo piensa y decide marginalmente. Esto quiere decir que si el beneficio que recibimos de emprender una nueva acción es mayor que el costo de realizarla, entonces lo haremos. En caso contrario, desistiremos. Esto nos obliga a hacer concienzudos análisis antes de resolver cualquier asunto. Si como gerente de un club de fútbol tengo problemas con los destrozos que hace la barra no debería regalarles entradas para el estadio.
El segundo reconoce que todo ser humano, sin excepción, responde a incentivos. Si se modifican los costos o beneficios asociados a una actividad, el comportamiento relativo a esta cambia. Si como profesor acostumbro a hacer pruebas cortas y fáciles, lo esperable es que mis alumnos estudien menos.
Entendiendo esto y conjugándolo con las otras disciplinas entregadas en las aulas (administración, finanzas, marketing, logística, etc.), el Ingeniero Comercial puede tener un desempeño eficiente en las más variadas tareas del quehacer productivo y social. No sólo cumpliendo con las labores encomendadas sino que anticipándose a las necesidades de las personas y sus organizaciones.
Por eso es que creo que toda carrera que se imparta en el país, universitaria o técnica, debiera contener cátedras básicas de economía y gestión.
Como adepto y apólogo de esta profesión me siento muy contento y confiado de la composición del gabinete presentado la semana pasada por el presidente electo. 8 de las 22 personas escogidas (36,3%) son Ingenieros Comerciales y a partir del 11 de marzo secundarán al presidente, también Ingeniero Comercial, en la administración del Estado de Chile. Más aún, validando mi concepto de polifuncionalidad de la profesión, fueron nombrados en cargos tan atípicos para la misma como Carolina Schmidt en el Servicio Nacional de la mujer, Ricardo Raineri en Energía, Felipe Morandé en Transporte, Joaquín Lavín en Educación y Cristián Larroulet en la vocería de la presidencia. No me cabe ninguna duda que, esta vez “con guitarra”, los Ingenieros Comerciales encargados de la administración del país tendrán el más alto nivel de desempeño.
Considerando que estamos en pleno proceso de admisión a las universidades, espero que esta columna sea un incentivo definitorio para todas aquellas “ávidas y jóvenes mentes” (John Nash), que aún no tengan definida su vocación. Recién egresados de 4to medio, tomen una decisión racional. Estudien ingeniería comercial. Está de moda.
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