No me cabe ninguna duda al respecto de que hay muchas personas en este país que se hacen la pregunta del título de esta publicación. Y es legítimo que lo hagan. Al final, qué mas da que suban los precios de algunos alimentos si puedo consumir otros de menor valor o qué importa que suban los combustibles o la energía si al cabo de unos meses mi sueldo se reajusta de acuerdo a la variación del IPC. Estas triquiñuelas presupuestarias hacen pensar a muchas personas que el aumento sostenido del nivel general de precios no es de mayor gravitación y que toda la agitación mediática al respecto es exagerada. Pero la verdad es que las implicancias son bastantes más profundas y todos nos podemos ver afectados por esta escalada del valor de bienes y servicios.
El efecto más corriente e inmediato es la pérdida de poder adquisitivo y afecta principalmente a los sectores de menores ingresos. Los más pobres gastan casi la totalidad de su remuneración mensual en bienes de consumo y por lo tanto están inmediatamente expuestos a las alzas. Además, la calidad de los empleos del fragmento más desposeído de la población es inferior y, muy frecuentemente, no contempla reajustabilidad salarial automática.
Pero el aumento de precios tambien aflige a las empresas. Estas deben enfrentar mayores costos en los insumos necesarios para su producción (principalmente energía), de capital financiero (la política monetaria eleva las tasas para frenar la inflación encareciendo los créditos) y de mano de obra (los sueldos se reajustan periódicamente según IPC). En la medida que no puedan traspasar completamete estas alzas a sus clientes, verán disminuídos sus utilidades. Si transfieren las alzas al precio del producto final, caerán sus ventas e ingresos.
En el largo plazo tenemos otra secuela que incide en todo ámbito económico. Los procesos inflacionarios han estado, a través del tiempo, siempre ligados a inestabilidades e incertidumbres en los mercados. Esto hace difícil evaluar un proyecto productivo. Al haber inestabilidad y desconfianza en los mercados, se auyenta la inversión y consecuentemente se frena la producción y la creación de fuentes laborales. Si soy inversionista y tengo que elegir dónde pongo mis recursos entre un país con inflación descontrolada y otro con mercados internos estables, ciértamente lo haré en el que me de mayor seguridad. Ese siempre será el con movimientos de precios leves y estacionarios.
Entonces, la inflación descontrolada nos afecta mucho mas allá de lo que muchos vemos. La reajustabilidad automática de los sueldos sólo nos protege en parte en el corto plazo pero los otros efectos nos pueden golpear indirectamente incluso despues de terminado el brote inflacionario. Esto debe incitarnos a todos a contribuir, dentro de nuestras posibilidades, a solucionar este problema: las personas debemos controlar nuestro gasto y evitar el endeudamiento, las empresas aumentar su producción y productividad y el gobierno apretar la billetera.
1 comment:
Post a Comment