El sábado antepasado se jugó el duelo definitorio por la permanencia en 2da división del fútbol chileno. Provincial Osorno no pudo superar a Deportes Copiapó y tuvo que resignarse a perder su calidad de equipo profesional. El próximo año deberá medirse con los equipos del balompié amateur. Increíblemente, esta circunstancia se dio entre dos equipos ejemplares, que trabajan seriamente como SAD y muestran un orden administrativo y financiero difícil de encontrar en equipos más “grandes”.
Las pérdidas para el club sureño son inmensas. La privación de la categoría de profesional implica severas mermas patrimoniales. La más evidente es la reducida recaudación por asistencia a sus partidos debido al inferior espectáculo por la jerarquía de los equipos que enfrentará. A esto se le sumará la pérdida auspiciadores y socios que preferirán alternativas de mayor cobertura y popularidad.
Pero el daño no termina ahí. Caer a la 3ra división implica la desafiliación de la ANFP. En esta situación, el perjuicio aumenta ostensiblemente, principalmente por la pérdida de los derechos de televisación, excedentes y derechos de propiedad del CDF. !En 2010, más de US$1.000.000¡ Además pierde el pase de cualquier jugador en sus registros, juveniles incluídos.
Paradójicamente, toda esta calamidad le sucede a un equipo que lleva 27 años en el profesionalismo, 9 de ellas en 1ra y representó a Chile en la Copa Sudamericana 2003. Además, en 2007, nuevos socios iniciaron un trabajo profesional como SAD, con fuerte inversión de recursos (US$600.000) y militó en la división de honor el 2008. Su situación administrativa y financiera hasta hoy es ejemplar.
Toda una contradicción si el objetivo de la ANFP mediante las SAD es profesionalizar las instituciones, mejorar la infraestructura de los clubes, asegurar condiciones de trabajo dignas para los jugadores y elevar el nivel de juego de los clubes en el contexto internacional.
Expuesto así podemos deducir que el descenso a 3ra división actuaría como un desincentivo a la llegada de inversionistas y empresarios serios, que quieran hacer inversiones racionales minimizando el riesgo.
Por lo tanto, buscando el mejoramiento del fútbol chileno, lo lógico sería eliminar la posibilidad de pérdida de la categoría de profesional. No más descenso a 3ra por motivos deportivos. Esto alentaría la llegada de nuevos capitales a la industria al minimizar el riesgo deportivo, premiando a organizaciones que “hagan bien las cosas” y valorizaría las franquicias existentes. También permitiría el desarrollo de proyectos deportivos de largo plazo al sacar el objetivo central de mantener la categoría privilegiando lo inmediato.
Como estamos hablando sólo del descenso a 3ra (1 cupo al año), no se compromete la competitividad del fútbol en general. La pérdida de la categoría debiera realizarse sólo en casos de incumplimientos normativos,financieros y de calidad de espectáculo. En dicho caso, la ANFP podría relicitar el cupo, generando un nuevo ingreso para el balompié nacional.
Pero el daño no termina ahí. Caer a la 3ra división implica la desafiliación de la ANFP. En esta situación, el perjuicio aumenta ostensiblemente, principalmente por la pérdida de los derechos de televisación, excedentes y derechos de propiedad del CDF. !En 2010, más de US$1.000.000¡ Además pierde el pase de cualquier jugador en sus registros, juveniles incluídos.
Paradójicamente, toda esta calamidad le sucede a un equipo que lleva 27 años en el profesionalismo, 9 de ellas en 1ra y representó a Chile en la Copa Sudamericana 2003. Además, en 2007, nuevos socios iniciaron un trabajo profesional como SAD, con fuerte inversión de recursos (US$600.000) y militó en la división de honor el 2008. Su situación administrativa y financiera hasta hoy es ejemplar.
Toda una contradicción si el objetivo de la ANFP mediante las SAD es profesionalizar las instituciones, mejorar la infraestructura de los clubes, asegurar condiciones de trabajo dignas para los jugadores y elevar el nivel de juego de los clubes en el contexto internacional.
Expuesto así podemos deducir que el descenso a 3ra división actuaría como un desincentivo a la llegada de inversionistas y empresarios serios, que quieran hacer inversiones racionales minimizando el riesgo.
Por lo tanto, buscando el mejoramiento del fútbol chileno, lo lógico sería eliminar la posibilidad de pérdida de la categoría de profesional. No más descenso a 3ra por motivos deportivos. Esto alentaría la llegada de nuevos capitales a la industria al minimizar el riesgo deportivo, premiando a organizaciones que “hagan bien las cosas” y valorizaría las franquicias existentes. También permitiría el desarrollo de proyectos deportivos de largo plazo al sacar el objetivo central de mantener la categoría privilegiando lo inmediato.
Como estamos hablando sólo del descenso a 3ra (1 cupo al año), no se compromete la competitividad del fútbol en general. La pérdida de la categoría debiera realizarse sólo en casos de incumplimientos normativos,financieros y de calidad de espectáculo. En dicho caso, la ANFP podría relicitar el cupo, generando un nuevo ingreso para el balompié nacional.
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