Saturday, August 29, 2009

¿Qué tan impresionante es Usain Bolt? Una encuesta de Freakonomics


Traducción de la columna de Steven Levitt para el Freakonomics blog del New York Times / 21 de agosto de 2009

La semana pasada, el velocista Usain Bolt corrió 100 metros en 9.58 segundos, destrozando el record mundial existente. Por su hazaña, Usain puede ser considerado el atleta del año.
De cierta manera, lo que es más notable que la hazaña de Bolt es lo lento que ha progresado la marca de los 100 metros planos.
En 1968, Jim Hines fue la primera persona en romper la barrera de los 10 segundos, terminando la carrera en 9.95. En 1991, Carl Lewis rebajó el record del mundo a 9.86 segundos. En 1999, Maurice Green corrió en 9.79 segundos. Asafa Powell hizo 9.72 en el 2008.
Así, entre 1968 y hoy, el record mundial ha mejorado en un 3.7%, menos de un 0.1% al año.
Esto a pesar de que han habido avances tecnológicos en pistas y calzados, así como mayor conocimiento en entrenamiento y desempeño físico. La población mundial ha crecido sustancialmente, así como los estándares de nutrición, especialmente en países en desarrollo.
El mayor enigma para mi no es lo notable que es Usain Bolt, sino lo difícil que es para las personas correr más rápido.
Entonces esta es la pregunta: ¿qué actividad humana es la opuesta a correr, en términos de que los logros obtenidos en los últimos 40 años son más extraordinarios?
Estas son las reglas básicas:
  1. Tiene que ser algo hecho por humanos.
  2. Tiene que ser una actividad cuyos logros hayan sido consistentemente documentados en los últimos 40 años.
  3. No puede ser una actividad cuyos avances hayan sidos conducidos principalmente por avances tecnológicos. (Por ejemplo, cualquier cosa relacionada con computadores estaría excluida por ser conducida principalmente por el poder de procesamiento de datos)
Tengo en mente una actividad que ha sido testigo de los más notables avances. La primera persona que destaque la misma actividad ganará un premio. Más aun, si pueden encontrar mejores ejemplos que el mío, otro premio irá para la persona cuya actividad muestre los mayores avances.
Buena suerte a todos. Aceptaremos propuestas por 48 horas.

Thursday, August 20, 2009

Ofertas Que No Lo Son


Traducción del artículo de Tim Harford para la revista Parade / 13 de julio de 2008


No todo lo que parece una oferta termina ahorrándote dinero. Afortunadamente, economistas del comportamiento están encontrando los trucos y artilugios que regularmente nos incitan a gastar más. Lee esto - y que no te embauquen.

CUALQUIER COSA QUE COMPRES A CRÉDITO

Cargar una compra a una tarjeta de crédito con 0% de interés puede aparecer como un buen trato, pero es menos probable que compres austeramente cuando la usas - o cualquier tipo de tarjeta de crédito. Los investigadores del MIT Drazen Prelec y Duncan Simester realizaron un experimento en que a dos grupos de personas se les hacía ofertar por boletos para eventos deportivos. Un grupo tenía que pagar en efectivo antes de 24 horas, el otro con tarjeta de crédito. El grupo de la tarjeta ofertaba mucho más por los boletos - y más del doble por los de partidos que estaban agotados. Otro estudio sugiere que las personas que pagan con plástico gastan más y tienden a olvidar la cantidad.

PRODUCTOS INTERMEDIOS

¿Crees que una cámara digital intermedia - o una lavadora o un microondas - es la combinación perfecta entre precio y calidad? Piénsalo bien. El profesor Itaman Simonson de la Universidad de Stanford reveló la trampa en un experimento clásico en que se insta a sujetos a elegir entre una cámara cara de última tecnología y otra de menor valor. Encontró que más personas elegían la de alto precio cuando, además, se les presentaba una tercera opción: una cámara más cara y con todo el equipamiento adicional, que hacía ver a la opción económica comparativamente modesta. "Una compañía puede explotar la preferencia del consumidor por el artículo intermedio" dice Simonson, "presentándoles una alternativa aún más costosa de la que realmente quiere vender".

COSAS GRATIS

El profesor Daniel Ariely de la Universidad de Duke, autor de Predictably Irrational, ha descubierto que productos gratis gatillan una reacción emocional que pueden hacer a los consumidores bajar la guardia. "Casi todas las transacciones tienen un lado favorable y otro desfavorable" explica. "Cuando algo es gratis, nos olvidamos del lado negativo". Algunos de los ejemplos de Ariely: transporte gratis en pedidos grandes a una tienda en Internet que te obliga a comprar cosas que no necesitas para calificar, o películas gratis que vienen con un reproductor de DVD con sobreprecio. Incluso una entrada sin costo a un museo o exposición pueden tener costos en tiempo derivados de las mayores filas y aglomeraciones.

SUSCRIPCIONES ANUALES AL GIMNASIO

Todos conocemos personas que se han inscrito al gimnasio por 12 meses -en enero- y abandonan su régimen de ejercicios en marzo. ¿Por qué asumen compromisos tan costosos? "La elección de las personas sugiere que están muy confiadas de sus futuras asistencias" dice Ulrike Malmendier de UC Berkeley. Malmendier y su colega Stefano DellaVigna descubrieron que 4 de cada 5 de los asistentes al gimnasio que estudiaron habrían ahorrado dinero si, en cambio, hubieran pagado la tarifa por sesión. Así que antes de matricularse por un año, sean realistas sobre cuánto van a asistir.

Tuesday, August 18, 2009

Forjadores del Pensamiento Económico – Leon Walras (1834 – 1910)


Así como la economía clásica del siglo XVIII centraba su estudio en la producción, la oferta y sus costos, la teoría moderna, que comienza con el siglo XX, lo hace en el consumo, la demanda y la utilidad.

Esencial en el desarrollo científico de la disciplina fue la introducción del concepto de utilidad marginal. Esta se refiere al beneficio que percibimos al consumir una unidad adicional de un bien o servicio y tiende a ser siempre decreciente. El clásico ejemplo se da cuando tenemos mucho frío; la primera prenda con la que nos abriguemos nos será muy útil; la segunda menos que la anterior; la tercera menos hasta llegar al punto en que ya no sintamos frío y una nueva prenda nos incomode y acalore. Lógicamente estamos dispuestos a pagar más por la primera que por las siguientes.

En este primer paso por interpretar económicamente el consumo humano y representarlo matemáticamente, León Walras fue fundamental. En su obra Elementos de Economía Política Pura de 1864 propone que el deseo de las personas de igualar utilidades marginales y los bienes disponibles determinan una demanda para cada individuo. Esta demanda y oferta puede ser expresada mateméticamente e interpretable gráficamente.

En un mercado de libre competencia habrá equilibrio cuando el precio del producto sea tal que la oferta sea igual a la demanda. Para justificar su propuesta ejemplifica con el “prix crié” (precio pregonado). Un grupo de consumidores y otro de productores de un bien recibe el precio en voz alta. Si a ese precio, oferta y demanda no son iguales, se anuncia un nuevo precio hasta que lo sean. Se llegará al equilibrio a tientas. Queda en evidencia la relación que hay entre precio y cantidad.

De esta manera podían obtenerse las ecuaciones para determinar los precios de cualquier mercancía y podía así inferirse el equilibrio general de una economía. Cualquier exceso de oferta o demanda que se produzca será rápidamente asimilado por la tendencia inevitable al equilibrio de todos los mercados competitivos.

Como ferviente libremercadista, Walras elabora su análisis económico para argumentar sólidamente la no intervención estatal en los mercados. Visión contrapuesta con la de su padre, también economista, pero simpatizante de los modelos socialistas que llenaban páginas culpando al capitalismo de la postergación de la clase obrera. El siglo XX le daría la razón.

El primer economista matemático fallece en Clarens, cerca de Montreaux, Suiza a los 76 años. Después de su muerte, su hija transcribió y donó todos sus manuscritos no publicados a la universidad suiza de Laussane, donde Walras enseñó economía, a cambio del compromiso de que esta editara un compendio de sus obras.

Monday, August 10, 2009

El Salmón Está Delicioso: Un Ejemplo de Incentivos en el Trabajo

Traducción de la columna de Steven Levitt para el Freakonomics blog del New York Times / 21 de mayo de 2009

Algunos de nosotros salimos a cenar la otra noche a un restaurante razonablemente lujoso. Mientras revisábamos el menú, la camarera fue lo suficientemente amable para contarnos que el salmón estaba particularmente delicioso. También deberíamos probar la salsa de alcachofas, dijo. Era su favorita.
Lamentablemente, nuestras preferencias no fueron tan fácilmente modificadas. Ninguno ordenó el salmón y, aparentemente, había poco interés por la salsa de alcachofas. Mientras recolectaba los menú, preguntó nuevamente si íbamos a querer darle una oportunidad a la salsa de alcachofas. Medio en broma, uno de nosotros le preguntó si había alguna razón en particular por la que ella quería que probáramos la salsa.
Percibiendo, sin duda, que estaba hablando con un grupo de aburridos economistas que apreciarían la verdad, contestó honestamente: el chef había creado un nuevo postre (y a ella le encantan los postres). Cualquiera del grupo de atendedores que vendiera la mayor cantidad de salsas de alcachofa y entradas de salmón recibiría una abundante porción del nuevo postre, gratis, como recompensa. Retribuimos la creativa iniciativa de incentivos del restaurant agregando una salsa de alcachofas a nuestra orden.
Más tarde en la cena le pregunté si el restaurant incentivaba frecuentemente al personal de servicio en la venta de productos específicos. Mencionó que en una ocasión anterior le habían ofrecido un premio de US$100 ($55.000 pesos chilenos) a la persona que vendiera más de un item (no me acuerdo cual era).
"Wow" le dije " esos US$100 te deben haber hecho literalmente correr"
"En realidad" respondió "me entusiasma más la idea del postre"
Anoten otra victoria para los incentivos no pecuniarios.