Es una buena pregunta. ¿Un puerto? ¿Una región? ¿Una bahía? ¿Todas? ¿Ninguna? Todo bien confuso.
Hoy, con la marea descentralizadora subiendo, con Gobernador electo y todo (obviemos a la precursora mejor), en un país de genética centralizada, la Región de Coquimbo busca su espacio identitario en el concierto turístico y productivo nacional, promoviendo sus ventajas para atraer inversión, turistas y desarrollo. Pero el nombre no acompaña. En la creación de marca territorial, el nombre genera confusión y disparidad. Se hace difícil unirse como territorios o comunas regionales bajo un nombre tan poco transversal... excepto para una comuna; la que lleva el mismo nombre. Eso lo saben muy bien todas las otras 14 que no lo llevan. Y también lo sabe el puerto.
La dificultad en la promoción turística es evidente. La ambigüedad del nombre dificulta la creación de una imagen clara y diferenciada. Los visitantes potenciales pueden confundir la región en su totalidad con la comuna, lo que diluye la promoción de otros atractivos regionales en Elqui, Limarí o Choapa. Esto genera una desventaja competitiva frente a otras regiones con nombres más distintivos y menos propensos a la confusión. Imagínense una campaña nacional de "Visite Coquimbo". ¿La región, la ciudad, las playas? Coquimbo no tiene valle. ¿La región tampoco? ¿La región es solo Coquimbo? Acá tenemos claras las diferencias. En en resto de Chile, no. Afuera, menos.
Y está la zancadilla a la cohesión regional. El nombre compartido genera una percepción de centralismo, donde la comuna de Coquimbo parece acaparar la identidad regional. Esto dificulta la construcción de un sentido de pertenencia compartido entre las 15 comunas, que, con justa razón, pueden sentirse menos representadas. Esta falta de cohesión puede obstaculizar la colaboración entre comunas en proyectos de desarrollo regional, limitando el potencial de crecimiento conjunto.
La creación de una marca territorial sólida es crucial para el desarrollo regional, ya que actúa como un poderoso imán para inversores y turistas. Al construir una identidad única y atractiva, se proyecta una imagen de confianza, estabilidad y potencial, elementos esenciales para atraer inversiones. Además, una marca territorial bien definida resalta los atractivos turísticos, culturales y naturales de la región, diferenciándola de otros destinos y generando un mayor interés por visitarla. En resumen, una marca territorial efectiva no solo impulsa el crecimiento económico, sino que también fortalece el sentido de pertenencia y orgullo de sus habitantes.
Es de aquí que nacen las propuestas de cambio de nombre. Yo me sumo. Y esto no es nuevo. Ya han habido intentos por mutar hacia una imagen más participativa. Seguro que han visto por ahí lo de "Región Estrella". Es una campaña de diseño y difusión a la que se le pusieron generosos recursos. Pero eso no ha ido más allá de una bajada al nombre constitucional oficial.
Lo de "Región de Gabriela Mistral" nació por Vicuña hace algunos años. Interesante idea. Quién podría alegar que no es transversal. Una mujer, nacida en la región, que la recorrió y que se ha transformado, a traves de sus versos, en patrimonio nacional y mundial
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