Hay consenso entre los economistas internacionales de que una de las causas fundacionales de la actual crisis económica ha sido la política monetaria profundamente expansiva que ha tenido la FED en los últimos 20 años. La excesiva y económica disponibilidad de dinero de los agentes económicos incentivó el crecimiento de burbujas inmobiliarias y de alternativas de inversión (commodities por ejemplo) en todo el mundo. Tasas de interés muy bajas y compañías de inversión llenas de dólares prestados mirando ávidas cualquier alternativa para rentabilizarlos.
Las burbujas reventaron el año pasado y el pánico se apoderó de todos. Se produjo una crisis de expectativas y los flujos crediticios se interrumpieron paralizando las economías desarrolladas para luego contagiar al resto. A estas alturas las tasas de interés ya se habían elevado o se estaban elevando para enfríar y prevenir el anunciado cataclismo financiero.
¿Y cuál fue una de las medidas usadas por todos los bancos centrales del mundo para revertir la situación y recomponer los flujos de dinero entre los agentes económicos? La misma que produjo la debacle: bajar la tasa de interés y volver a una política monetaria abiertamente expansiva. Y con un agravante adicional: emisión de dinero para financiar planes fiscales de rescate económico.
¿Si bien estas medidas han tenido el efecto esperado de lubricar el engranaje financiero y evitar la paralización que se anunciaba, qué podemos esperar para el mediano plazo?
La demanda agregada, durante esta crisis, no se vió sólo afectada por la caída en el ingreso de familias y empresas sino que también por las expectativas que estas tenían. Todos han dejado de gastar o invertir por el temor de una profundización de la crisis y se han quedado a la espera de mejores señales.
¿Qué va a pasar cuando estás expectativas mejoren? Estaremos prontamente en la misma situación que generó esta recesión. El consumo alentado por los gastos del gobierno, el mercado de capitales con grandes cantidades de circulante disponible y familias y empresas ávidas de usarlo. Recalentamiento inmediato, alza brusca de las tasas de interés y nuevo shock.
Obama ya está anunciando que lo peor de la crisis ya pasó. Bernanke está optimista. Aparecen cifras alentadoras. Las expectativas podrían recomponerse. Los ingredientes de una nueva crisis pueden estar ya en la coctelera, prontos a ser servidos.
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