Me gustaría aprehender esta revolución. Pero mucho la observo y poco avanzo. Me consuela que hasta ayer que vi noticias (las dejaré por el finde), advierto una confusión similar en la opinología mediática. Solo escucho de interpretaciones parciales y medias verdades tibias. Algunas elocuentes, otras que huelen a aprovechamiento.
De las cosas ciertas que se pueden asimilar, las largamente arrastradas demandas sociales son las más notorias. ¡Y quién podría desestimarlas! Por mucho que hoy haya menos pobres en Chile que nunca en su historia y que esos pobres, a su vez, sean los menos pobres de nuestra historia escrita. Misma situación con la clase media: nunca ha habido más propietarios de viviendas que el 70% de hoy. En bienes y servicios de consumo (autos, TVs, vestuario, viajes y turismo, etc.) las cifras son aún mayores.
Pero ya lo describía Abraham Maslow hace una centuria: el ser humano es un individuo de deseos escalantes, que va ascendiendo en una pirámide de necesidades que solo llega a su fin con la autorrealización. Si lo público (políticos) y lo privado (publicidad) siempre te transmiten que mereces más, esa autorrealizacion nunca llega y la frustración se instala y acumula. Solo verás lo que te falta, no lo que tienes. Aunque los marchantes no lo sepan, este es el fundamento de la teoría económica: las necesidades serán siempre infinitas y los medios para satisfacerlas, no.
Por otro lado está el tema del desprecio a las instituciones. O el fin del Estado Nación como lo están anunciando desde principio de siglo. El orden aceptado en que los ciudadanos nos circunscribimos a un territorio que es administrado por instituciones que favorecen el bien común, ya no es suficiente. Esas instituciones no proveen lo que las personas quieren (o les dicen que deben querer). No importa que el cúmulo de servicios públicos que el Estado entrega hoy a las personas sea el más contundente de nuestra historia republicana y en varios ámbitos está a nivel mundial. Aún así, esta identidad que vemos en las calles se instala al margen del Estado, casi de forma digital y ambas realidades tendrán que convivir. No deja de ser paradójico que el movimiento reniegue de todo lo gubernamental y político pero sus demandas se basan en pedirle todo al Estado. “No te necesito pero dame plata” pareciera interpretarse la consigna. Muy milennial.
¿Cómo se sale? Ni idea. Las crisis en general, se administran. Los múltiples motivos que la engendraron se incubaron hace muchos años y no tienen solución inmediata. Las medidas adoptadas por el gobierno me parecen adecuadas en el sentido y el ritmo. Es la estrategia correcta. En el relato y tono, aún falta.
Este trance tiene un componente emocional muy fuerte. La descompresión debe ir tanto por las medidas como por los gestos, palabras y modos.
La resaca será fuerte. La economía cotidiana sufrirá bastante y aquí sí, el Estado debe ponerse efectivamente. Al final, la constante sigue siendo que “el pan se gana con el sudor de la frente”, realidad que aún las “marchas ejemplares” no podrán eludir.