La reciente CEP no ha dejado indiferente a nadie. Unos empiezan a sacar cuentas de gobiernos sucesivos; a los otros se les cierne la tormenta. Las conclusiones a mi entender son tres.
La primera es la confirmación de la preferencia por el candidato Piñera: en escenarios de primera y segunda vuelta, no tiene rivales competitivos y corre solo. Esto confirma el rechazo del electorado por las refundaciones de la retroexcavadora de izquierda y el anhelo de consensos y acuerdos para las transformaciones que Chile necesita. Buena estrategia sería para la centroderecha, instalar ya un discurso de dos gobiernos seguidos en un clima menos agresivo.
Y tenemos a la izquierda en un proceso de canibalización pocas veces visto. Las disputas y desencuentros intestinos generan tal autodaño que los francotiradores del bando contrario bien pueden descargar y quedarse en casa viendo Netflix. La Goic ya no haya a quién echarle la culpa; MEO prende el ventilador y nunca responde lo que le preguntan; Guillier aún no despierta de la siesta y no se instala con ningún tema relevante; Navarro y sus monedas...sin comentarios. Los reyes del balazo en el pie, sumados, no llegan al 40%.
Y finalmente doña Bea (¿idea mía o la ha demacrado la campaña?) cayendo a un dígito. Alcanzó cierta altura a punta de grito, reclamó y rebelión. Bajó los flap cuando tuvo que hablar de propuestas. Ahí se supo lo que realmente representan sus ideas en desuso en el mundo moderno y el aterrizaje fue forzoso.
¡Me olvidé de Artés!... Sí, me olvidé de Artés.
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