Thursday, April 05, 2007

Familia Plástica

Era una familia plástica
de esas que veo por ahí...
diciendo a su hijo de 12 años
no juegues con niños de color extraño

Ruben Blades

Fantástica estrofa de la fantástica canción del compositor panameño. Perfecta a la hora de retratar a aquellas personas carentes de valores, discriminatorias y egoístas. Personas que forman familias de mentira, viviendo de apariencias y segregando al resto con el oculto motivo de no mirarse a si mismas. De ver en los demas lo que en ellas no quieren ver.
Y aunque pensemos que estas actitudes van en retirada y que Blades caricaturiza una realidad en decadencia (ojalá así fuera), estamos muy equivocados. Gente así existe y su comportamiento lo manifiesta a diario. La discriminación por raza, género o condición familiar se practica y más cerca de lo que creemos.
Se practica en los colegios de nuestros hijos. Padres sin verguenza. Progenitores que incentivan a sus hijos a mantenerse alejados de compañeros "distintos". Apoderados que premian con fiestas y regalos el hecho de que su criatura del alma no considere a algunos de sus pares dentro de sus amistades.
¿Porqué? Fácil respuesta: por temor. Temor a que estos niños diferentes tuerzan el camino recto y claro que ellos quieren. Temor de que estos preadolescentes con familias distintas siembren ideas revolucionarias en sus limpios retoños. Pánico a lo desconocido porque lo desconocido es malo. Sin darse cuenta que los únicos diferentes son ellos y que alientan un comportamiento vicioso y rechazado por todos los estratos de la sociedad.
¿Tiene un prepúber la capacidad para hacer estos temores realidad? Claro que no. Nadie puede estar de acuerdo en que un niño de familia distinta, costumbres distintas o raza distinta es en escencia un peligro para otro de una "familia bien constituída". ¿Entonces porqué la deliberada discriminación? Otra fácil respuesta: La ignorancia, la falta de educación y la ausencia de introspección.
Es atendible, incluso perdonable, que un adulto exhiba ignorancia y falta de educación en su comportamiento. Talvez no recibió la mejor de las educaciones o talvez su intelecto no alcanzó a procesarla. Pero si es condenable la falta de introspección. Un adulto que destaca defectos en los demás sólo para tapar los suyos merece castigo. Una persona madura que apunta con dedo inquisidor las diferencias de otras familias sin querer ver que en la suya hay taras similares merece reprobación. Y cuando los afectados son niños, peor aun.
¿Entonces puede alguien tirar la primera piedra? ¿Puede alguien creerse tan privilegiado e incólume como para discrimar a otro? Claro que no y hacerlo sería retroceder 100 años en desarrollo social. Una persona así cabe en la aristocracia chilena de fin del siglo 19 (quien haya leído Martin Rivas me va a entender) pero no en la sociedad libre pensadora y tolerante del siglo 21.
Me alejé de los temas que comunmente comento en este blog. Pero este artículo se une tangencialmente a los demás en un punto: la educación. Sin educación no puede haber desarrollo. Sin niveles crecientes de preparación profesional y social ningún país crece. Ninguna receta económica funciona. Es algo que no debemos olvidar.
Para finalizar tan musicalmente como empecé cito otra frase de la misma canción centroamericana:
Estudia, trabaja y se gente primero
Esa es la solución