Esto se va a poner feo.
Ya nadie duda que habrá recesión; el debate está centrado en cuánto. Para
nuestro país se dan por asumidas cifras de desempleo de dos dígitos. Ya hay
estimaciones en torno al 25%. El riesgo social en esas condiciones es brutal.
Aumentará la pobreza, la situación de calle; disminuirá el acceso a la salud, a
la vivienda y al saneamiento básico. Retrocederemos varios años en desarrollo.
La crisis sanitaria por
COVID-19 es un shock; un “gancho de izquierda al mentón”, en jerga boxeril. Y
podemos seguir esquivando los golpes y perder o pegar de vuelta… y ganar. Creo
que las medidas anunciadas para mitigación económica van en el sentido
correcto. Pegando de vuelta.
Pero rondan en el
dominio económico varias propuestas interesantes. Un acuerdo de relajamiento de
los requisitos para créditos hipotecarios es una de ellas. Valiosísima en mi
opinión. El acceso de personas que históricamente no han calificado para
créditos de vivienda o que hayan tenido y puedan optar a una mayor daría un
impulso reactivador a la construcción muy potente. Hay riesgos, pero también
conocimiento para manejarlos. La Crisis Subprime del 2008 dejó varias
lecciones. Otra es la transferencia directa a personas en riesgo social. Ya se
aprobó en el congreso y se iniciará su entrega. Tal vez se deba repetir. Los
servicios públicos harán lo propio con las Pymes: subsidios para capital de
trabajo. En este ámbito se hace necesario mayor compromiso del sector privado y
grandes empresas para constituir fondos solidarios o de capital de riesgo para
impulsar a las PyMes.
La más polémica está siendo la propuesta de AFP
Uno de permitir el retiro de hasta el 5%, por una única vez, del fondo
acumulado de cada cotizante. Para hacerse una idea: una cifra cercana a los
$10.000 millones de dólares llegaría directamente a los bolsillos de las
personas para hacer frente a esta crisis por los próximos meses. Muy potente.
Pero tiene su lado oscuro: sería un golpe para la jubilación de los más jóvenes
ya que ese 5% se multiplicaría varias veces durante su vida laboral (14 veces
aprox.).
Pero si se acota a los mayores de 55, asumiendo
que tienen la mitad del ahorro total, estaríamos hablando de una inyección de
recursos en torno a los US$5.000 millones. Potente igual. El efecto negativo
sería menor en este grupo etáreo ya que están más cerca de jubilar y, por lo
tanto, la acumulación de rentabilidad es más baja (2 veces aprox.). También
puede ser positivo acotarlo a desempleados aunque su impacto sería menor en la economía
en general (demanda agregada). O, más polemicamente, que el 5% se saque de los
menos vulnerables para apoyar solidariamente a los más desvalidos. Por qué no.
Como en todo, hay un componente político. Algún
sector reclamará que implica abrir una Caja de Pandora para futuras
expropiaciones. Con los resguardos necesarios, no tiene por qué ser así. Si un
sector accede a esto, el otro debe compensar con un compromiso similar en
relevancia. Evidentemente esta es una medida circunstancial, de una única
aplicación. Los fondos de pensiones no están para resolver depresiones de la
demanda privada por bienes y servicios. Pero la tormenta que se cierne, lo
amerita.