"Los problemas generados por la crisis financiera demuestran que la era del dominio de una sola economía y de una sola divisa ha quedado en el pasado"
Palabras de Dmitri Medvédev, presidente ruso, refiriéndose a Estados Unidos y el dólar, al asistir junto a la canciller alemana, Angela Merkel, a un foro político en San Petersburgo. Si bien, en un análisis superficial, sus palabras podrían sonar cuerdas, convincentes e interpretativas de la realidad, ante un estudio levemente más profundo, la afirmación parece no ser tan clara e incluso, derechamente, dudosa. Más bien un deseo frustrado o argumento soportante de una estrategia denostadora del país del norte.
La demostración máxima de confianza y reconocimiento de fortaleza y liderazgo de un país por parte de otros está en lo que sucede con su divisa. El hecho de que el dólar se haya transformado durante el siglo XX en LA moneda de refugio de inversionistas y de transacciones comerciales internacionales así lo demuestra. Ante la incertidumbre por la inestabilidad en su país de origen, cualquier ciudadano recurría a la divisa americana como forma de proteger su riqueza. La condición del dólar como reserva infalible de valor y principal medio de intercambio internacional de productos, lo mantuvo apreciado por décadas. Mas aun, respaldado por la economía más fuerte, elástica y confiable del mundo.
Hoy, Estados Unidos aparece como ídolo con pies de barro. Su doctrina económica es cuestionada por autoconducirse a la crisis y la confianza en su funcionamiento se evapora. Entonces es lógico pensar en el proceso inverso. El dólar perdiendo su condición de hegemonía, declinando su valor ante las divisas representantes de otras economías y otros instrumentos asumiendo el rol de resguardo financiero.
Sin embargo, los datos económicos sobre paridad de divisas en el mundo nos dicen lo contrario. En los últimos seis meses, época de intensificación de la crisis subprime, prácticamente todas las monedas del mundo han perdido valor frente al dólar. Entre Agosto y Octubre el Real Brasilero se depreció frente al dólar en un 24%. Entre Abril y Octubre, el Euro en un 14%, el Yen en un 4%, la Rupia indú en un 18% y nuestro peso chileno, en un 27%. Esto quiere decir que para comprar el mismo dólar, hoy se necesitan mas divisas locales que hace 6 meses.
¿Porqué esta revalorización cuando todos debieran estar arrancando de la divisa americana haciéndola desvalorizarse en todo el mundo? Sin duda las razones son variadas y particulares en cada caso. En general, por un lado, podemos mencionar la certeza de los mercados de que un gran plan de rescate del mercado de capitales (de US$ 700.00 millones) por parte de las autoridades americanas sumado a su ya anunciado déficit fiscal para el 2009 de US$ 409.000 millones va a presionar la demanda mundial de dólares fortaleciendo su precio. Por otro, el ingreso de dólares a los países se ha visto disminuido por la caída en el precio internacional de sus commodities y otros bienes transables o directamente por la disminución del volumen de sus negocios internacionales.
Pero la muestra última y contundente de la confianza inmutable en la preponderancia económica americana es el hecho de que los inversionistas siguen refugiándose en la moneda americana (analistas así lo han confirmado) ante la certeza de que esta crisis afectará también a sus economías locales. Eso nos demuestra que los agentes inversionistas deducen que este trance, originado en USA, afectará también a sus países, haciéndolos económicamente inestables y riesgosos, pero que la recuperación americana será más rápida y efectiva y, por lo tanto, sigue siendo más segura. Entre países en crisis escogen a Estados Unidos de todas maneras por su demostrada capacidad de reacción y asertividad. Por ende, se amparan en la divisa americana como en ninguna otra. ¿O acaso alguna moneda se está apreciando rápidamente por ser la nueva reserva de riqueza? ¿el rublo del presidente ruso tal vez? Claro que no. Creo que ni Medvédev ni ninguno de los líderes mundiales actuales estará vivo para verificar su anhelo de presenciar el fin de la hegemonía económica americana.