Esta ya dicho que la reivindicación de una salida al mar para Bolivia es improcedente. Ninguno de los argumentos dados por las autoridades bolivianas es convincente.
Que digan que la mediterraneidad es la causante de su subdesarrollo es casi una vergüenza. Basta ver lo avanzado de los índices sociales y económicos de países europeos sin salida al mar para desestimar el argumento. Además, países con grandes costas, no necesariamente ostentan cifras para enorgullecerse (eso lo sabemos en Chile).
Que digan que pedir a Chile una salida al mar es válido (y que la comunidad internacional debe apoyarlos), con la amenaza de crear “inestabilidad regional” es casi inmoral. Es como si nuestro vecino en el barrio nos pidiera salir a la calle por nuestro patio a cambio de no destruirnos el jardín. Impresentable. Sobretodo considerando que, en este caso, no tiene la capacidad para hacerlo.
La verdad es que el subdesarrollo económico y social que muestran nuestros vecinos son producto , no de territorios perdidos y entregados de acuerdo a derecho internacional , sino de la incapacidad de las clases gobernantes de generar políticas cuerdas y consistentes , que incentiven la educación , la inversión , la innovación y el espíritu emprendedor. Han perdido tiempo en la última centuria y hoy les pasa la cuenta.
Pero, aunque parezca contradictorio, debo manifestar que creo que estamos frente a una de las mejores ideas de la clase política boliviana de los últimos años. O por lo menos, de la que le dará más dividendos al vecino país. Me explico. Todos sabemos que para instaurar, en un país, políticas provechosas en el largo plazo, se requieren grandes consensos. No es posible realizar reformas económicas, educacionales, previsionales, estatales, etc., sin el acuerdo de todos los sectores involucrados (es cosa de ver la demora en la reforma de salud en Chile). Eso precisamente ha sido la carencia en la sociedad Boliviana: consenso. El poder de minorías, ha echado por tierra intentos serios de reformas, ha desincentivado inversiones extranjeras, ha derribado gobiernos y ha bloqueado acuerdos, generando inestabilidad.
Precisamente en este punto esta la buena idea del gobierno de xxxxxxx. Sabemos que habrá reuniones bilaterales, trilaterales y multilaterales para tratar el problema con Chile. Secretas y públicas. Habrá, con toda seguridad, más declaraciones por la prensa. De los involucrados y de los amigos de los involucrados (pregúntenle a Chávez). Habrá desembolsos del presupuesto del Ministerio de RREE boliviano para que este circo no pare. Pero también sabemos que la efervescencia de las demandas bolivianas va a pasar. Casi con toda seguridad, sin cambios en los mapas. No creo que la comunidad internacional esté dispuesta, en definitiva, a avalar el rompimiento de tratados limítrofes, suscritos dentro de toda legalidad (¿se imaginan el precedente?).
Pero algo va a quedar: el consenso. Todo este discurso nacionalista ha catapultado al gobierno de Carlos mesa a niveles de aprobación, que sin ser altos, son de rara existencia en la historia boliviana. Ha logrado alinear tras el a sectores políticos eternamente antagónicos, étnias y cocaleros incluidos. Le han otorgado un piso confiable para empujar las reformas que Bolivia necesita. Es la hora de que lo haga. De que consiga en el parlamento los votos necesarios para cambiar las cosas. Levantando la bandera antichilena, puede tener el gobierno vecino, la estabilidad necesaria para tomar las verdaderas medidas que los sacaran del subdesarrollo: las medidas reformistas del aparato estatal, del sistema financiero, del sistema educacional, previsional y tantos otros.
En el mediano plazo esto redundará en el tan anhelado desarrollo, en la disminución de la inestabilidad interna y la siempre bienvenida “calma en el barrio”. Ojalá que no dejen pasar la oportunidad.