Tuesday, May 25, 2010

Zapatos Elásticos

Siempre he observado con curiosidad la relación entre las mujeres y los zapatos. No es que sorprenda tanto el consumo ilimitado de zapatos, sandalias o botas que muchas féminas exhiben (sobre gustos y preferencias no hay nada escrito), sino más bien por la argumentación que usan para justificarse. Hasta ayer, toda ésta seguía una línea definida: los zapatos “completan” la tenida y en virtud de la variedad y originalidad, cada conjunto debe tener su propio calzado. Así entonces, el stock de zapatos no tiene fin.
Sin embargo, en la prensa extranjera de hoy, encontré una interpretación de una mujer inglesa que se justificaba económicamente en los siguientes términos. Las mujeres van a necesitar zapatos siempre, “llueva o truene” y mientras más zapatos tengan, mejor preparadas estarán para las impredecibles circunstancias que puedan enfrentar día a día. Por esto, deben comprar zapatos nuevos sin importar si suben de precio, ya que demanda siempre va a existir – no pueden deambular descalzas. Mirado así, un nuevo par de zapatos, decía, es siempre una buena inversión.
Si bien no soy experto en moda, si creo que este análisis debe empezar por sincerar el término “inversión”. Yo estimo muy bien gastado el dinero que uso en el supermercado cada semana pero no son acciones de LAN. Los zapatos son y seguirán siendo un bien de consumo que satisface una necesidad humana básica: vestuario.
El calzado (u otro bien), será “elástico” con respecto al ingreso de una persona si ésta no deja de comprarlos cuando cae su sueldo. Asimismo, serán “elásticos” con respecto al precio si sigo adquiriéndolos cuando suben su valor. Todas las personas tenemos algún grado de elasticidad cuando demandamos un producto; en el caso de la inglesa creo que su “elasticidad” es completa en ambos casos.
Sin embargo creo que esta situación se explica mucho mejor con el concepto de “utilidad marginal decreciente” que afecta al consumo humano. El beneficio que me da el consumo repetitivo de un producto es siempre menor que el anterior. En este caso, el primer par de zapatos protege los pies y los siguientes son sólo variedad. Con uno basta y mientras más pares compro, mayor es la probabilidad de que estos descansen en el closet en su envoltorio original. ¿Quién no ha visto esta incongruencia?
Por lo tanto, la decisión de comprar un nuevo par de zapatos debiera depender de si no tenemos zapatos, más que de si tenemos una pieza llena. A menos que las mujeres asuman que cada par de zapatos sea un producto distinto al otro (y que satisface la necesidad de una tenida distinta) y por lo tanto el principio de utilidad marginal decreciente no se aplica. Me inclino por ésta última.

Tuesday, May 11, 2010

Monopolio al hueso (pirata) no es la solución


Los beneficios de la libre competencia entre proveedores de algún bien o servicio han sido motivos de estudio desde los inicios de la economía como ciencia. Y la conclusión ha sido siempre la misma: la competencia impulsa a las organizaciones a ser más productivas, potenciar su producto y mejorar su servicio para mantener la fidelidad de sus clientes. ¿Sería la Liga Española de Fútbol tan galáctica sin la intensa competencia de la última década entre el Barca y el Real? ¿Tendríamos la espectacular infraestructura de supermercados sin la estrecha lucha a nivel nacional de Líder, Jumbo, Unimarc y otros? Difícilmente.
Por otro lado, los efectos del proteccionismo (privilegios otorgados por la autoridad a una organización para la producción exclusiva de un bien o servicio) también han sido detalladamente estudiados. Cuando se designa a dedo a un privilegiado para proveer un servicio o producto, se impide que lo hagan los mejores, se atrofia la capacidad para competir, se desincentiva la innovación y se impide la aparición de proveedores nuevos y más eficientes. ¿Quien pierde? El consumidor ya que paga más caro a cambio de un producto menos satisfactorio y obsoleto.
El libre funcionamiento de los mercados es la mejor manera de organizar una economía y las autoridades sólo  deben intervenir cuando haya perjuicio para la sociedad en general; no cuando se vea afectada una organización privada.
Pareciera, sin embargo, que la dirigencia de C.D. Coquimbo Unido no lo tiene tan claro y quieren ser protegidos por la autoridad comunal para ser los ÚNICOS proveedores del espectáculo fútbol en la comuna portuaria. Alegan que los clubes grandes provocan una pérdida de identidad de la hinchada con el club local y que los ingresos de los fanáticos no alcanzan para asistir a ambos espectáculos por lo que prefieren a los clubes grandes con la consecuente merma en los ingresos del club pirata.
Y en vez de enfrentar la competencia que se les instala e idear nuevas y mejores formas para atraer a la hinchada coquimbana, piden desafiantemente la exclusividad para jugar al fútbol, la marginación de los clubes grandes y la tutela sobre la infraestructura PÚBLICA del Sanchez Rumoroso.
Además, si sus demandas no son escuchadas, amenazan con boicotear el estadio y volver a jugar a la pampilla. Dicho en otras palabras, la solución que idearon si no son protegidos es rebajar aún más el nivel del espectáculo llevándolo a un estadio de evidentes desventajas comparativas con el actual. Otro error que, sin duda, redundará en mayor pérdida en la calidad del espectáculo y baja en la asistencia al estadio en favor de próximos partidos de los clubes grandes. El remedio peor que la enfermedad.
Sin desconocer que, en el corto plazo, el costo alternativo para la tienda pirata de que se juegue fútbol grande en el estadio mundialista es importante, creo que la solución no va por el lado de entorpecer la competencia sino por el de hacer una gestión eficiente para mejorar la percepción de la hinchada. Aceptar el desafío y crear formas originales de superarlo. Potenciar la labor de cadetes para hacer surgir figuras con las que el hincha se identifique es una; crear una red de beneficios asociados a la condición de socio es otra (en términos de ingreso, un socio es un espectador aunque no vaya al estadio)
Como argumento a favor de la localía de los clubes grandes en Coquimbo les pregunto a los dirigentes piratas: ¿qué opinarían si el Colo, la UC y la U deciden prohibir la compra de jugadores coquimbanos para potenciar a sus propios cadetes? ¿O debería el Real Madrid protestar por la final de la Champions League que se juega este año en su estadio y no participa? Impresentable.